BALTAZAR EL BUENA GENTE
La “fama” le
llegó a Baltazar Ushca antes que pueda escribir su nombre, los medios de
comunicación hicieron lo suyo, lo pusieron entre noticias y reportajes, el documental
The Last Ice Merchant (2012) de Sandy Patch, dio la vuelta al mundo mostrando la historia del “Ultimo hilero del
Chimborazo” y todos se rindieron a sus pies, lo querían conocer, saber algo más
de él.
Salía en la
madrugada desde una casa
humilde, de paja y paredes de adobe, para visitar a su amigo de toda la vida,
el Taita Chimborazo, coloso de los Andes, junto a él unos burros, el pico y
bastante paja del páramo su entorno, desde los quince años no sabía hacer otra
cosa que pedir hielo a su “taita blanco”.
Eran otros tiempos y a Baltazar apenas le
conocían las vendedoras de jugo de los mercados de La Merced y de San Alfonso, que
pagaban algo más de un dólar por el hielo que traía cada sábado y a veces le
fiaban…
Los años pasaron, su vida cambió, ahora es
empleado del GADM de Guano a donde pertenece su comunidad, por un accidente en
su pierna, su ruta ahora no es la del hielero, sino la de llegar al museo de
ese cantón y contar sus historias, pero además allí es donde aprendió a leer y
escribir.
Esta semana, a
los 76 años, se incorporó al terminar su formación dentro del proyecto ABC que
impulsa del Ministerio de Educación y Cultura. Carlos Vinueza es el docente que
estuvo a cargo de su proceso de aprendizaje y reconoce ha sido una experiencia
maravillosa.
“Las clases se daban en la Jefatura de Turismo
del GADM Guano, trabajamos hasta marzo por la pandemia, era siempre muy puntual
y estaba listo con su maleta con los materiales listos para la clase, al ser
una persona vulnerable no pudimos seguir con el proyecto Aprendamos Juntos en
Casa durante la pandemia del covid 19”, indica Vinueza.
Baltazar no
estuvo solo en el desafío, el 2019, se unió Ercelinda Arevalo de 83 años,
impulsada por el deseo de superarse y motivada por los nietos que le alentaban
en el hecho de que termine la formación que no pudo por circunstancias
familiares, ella, que pidió a su hijo estudie y se forme para ser docente, no
sabía que el destino les volvería a unir en una relación alumna - maestro.
Carlos Vinueza - su hijo - le ayudó a terminar su formación básica.
“Aprendí a
escribir mi nombre, ahora yo se sumar y puedo leer, bonito era el tiempo en la
escuela y las clases” dice un sonriente Baltazar antes de recibir la investidura,
detrás de él, la mirada de su hija Carmita, que lleva mascarilla, la delata
alegre y orgullosa de su papá, es su compañera inseparable en todas sus
actividades, Ercelinda – mientras tanto - repasa la intervención para hacerlo
bien y que su hijo/docente este orgulloso de ella. Era para ambos un día
memorable.
EL LARGO PROCESO
Este hombre
humilde empezó a estudiar en septiembre de 2017 un proceso educativo de
alfabetización, luego desde 2019 trabajó en el proceso de post alfabetización,
dos días a la semana recibían clase y revisaban los contenidos de Lengua y Literatura,
Matemáticas, Estudios Sociales y Ciencias Naturales.
A Baltazar le
gustaba más las letras que los números, tenía afinidad para trabajos de
motricidad le encantaba jugar con la plastilina y representar al Chimborazo y
figuras de su entorno, se divertía cuando tenía que pintar, recortar periódicos
y armar un collage, cuenta su maestro.
“Es lo mejor que
me ha pasado, fue un aprendizaje mutuo, aprendí a conocer a Baltazar e incluso
a mi madre que, a pesar de tenerle cerca, me di cuenta de que no conocía muchas
cosas que, en esta relación y por el proceso mismo, me enteraba, sin duda soy
mejor persona desde este encuentro que lo voy a extrañar ahora que terminó” confiesa
con nostalgia el educador.
Las fotos de este
tiempo de educación refieren varias actividades de trabajo y aprendizaje, en el
pizarrón, con los libros y una particular con una participación en los
Carnavales de la zona, Baltazar vestido como Taita Carnaval está con zamarro y
Ercelinda como Mama Shava lleva todos los accesorios del personaje, allí
bailaron y cantaron al ritmo del carnaval.
Una prueba
escrita determinó la habilitación de ambos para recibir el certificado
respectivo de terminar la educación básica, al Ultimo Hielero le visitaron en
su casa para la evaluación respectiva y poder habilitar su graduación.
LA HISTORIA DEL
PROFE
El profesor de
Baltazar y Ercelinda, estudio en el Instituto Pedagógico Chimborazo y es
docente desde los 19 años, su madre le recomendó el desafío que no fue fácil y
representó un reto del que ahora está agradecido por que ha significado
aprender más que sus alumnos.
Carlos Vinueza
confirma que cada persona es un mundo y tiene muchas cosas por entregar, que la
educación se la hace con mística y cariño, esa que permite saber que se rompe
la barrera del desconocimiento para poder superarse y tener un mundo mejor.
Su primera clase
fue en una escuela particular Stephen Hawking “a pesar de que eran solo 12
niños los nervios estaban allí y de a poco empiezas a controlar la situación y
sobre todo a cumplir el compromiso de integrarte y aprender en conjunto”
recuerda.
Luego trabajó en
la Escuela Juan de Velasco y San Francisco de Asís y ahora trabaja en la Unidad
Educativa 11 de Noviembre de la comunidad de Pulinguí,en las faldas de
Chimborazo, en procesos del Ministerio de Educación y Cultura.
“Trabajar con
adultos es más complejo, ellos de por si tienen varios obstáculos y mayores
dificultades, al no haber estado en un aula desde el inicio todo es más
complejo, los niños y niñas están prestos al aprendizaje, es diferente sin duda”
dice Carlos, que sigue con su tarea de enseñar a quienes en su momento no tuvieron
esa oportunidad de superación.
Ahora está
involucrado en la fase siete todos ABC de post alfabetización para personas de
30 años en adelante; además el curso de octavo, noveno y décimo de la educación
básica para personas de 18 años en adelante y el Bachillerato intensivo que se
oferta por el MEC, son 70 estudiantes que apuestan por su futuro desde la
educación.
“Con mi madre
estaré siempre, extrañaré a Baltazar y sus historias, la de los albinos que son
los hijos del Taita Chimborazo, así como esa que cuenta hay una puerta para
ingresar a una ciudad de hielo que algún momento la vio, pero no quiso ingresar
pues su padre le dijo que de allá no hay regreso” relata el maestro.
Vinueza confiesa
que el Ultimo Hielero del Chimborazo tiene bonita caligrafía, como bonita es su
historia personal entre el hielo del Chimborazo y ahora entre letras y números
que comparte con sus nietos en la casa del sector Cuatro Esquinas sin dejar de
sonreír, si al final sabe es el Ultimo Hielero, tiene buena letra y todos saben
que es buena gente.