sábado, 12 de octubre de 2024

BALTAZAR EL BUENA GENTE

La “fama” le llegó a Baltazar Ushca antes que pueda escribir su nombre, los medios de comunicación hicieron lo suyo, lo pusieron entre noticias y reportajes, el documental The Last Ice Merchant (2012) de Sandy Patch, dio la vuelta al mundo mostrando la historia del “Ultimo hilero del Chimborazo” y todos se rindieron a sus pies, lo querían conocer, saber algo más de él.

Salía en la madrugada desde una casa humilde, de paja y paredes de adobe, para visitar a su amigo de toda la vida, el Taita Chimborazo, coloso de los Andes, junto a él unos burros, el pico y bastante paja del páramo su entorno, desde los quince años no sabía hacer otra cosa que pedir hielo a su “taita blanco”.

Eran otros tiempos y a Baltazar apenas le conocían las vendedoras de jugo de los mercados de La Merced y de San Alfonso, que pagaban algo más de un dólar por el hielo que traía cada sábado y a veces le fiaban…

Los años pasaron, su vida cambió, ahora es empleado del GADM de Guano a donde pertenece su comunidad, por un accidente en su pierna, su ruta ahora no es la del hielero, sino la de llegar al museo de ese cantón y contar sus historias, pero además allí es donde aprendió a leer y escribir.

Esta semana, a los 76 años, se incorporó al terminar su formación dentro del proyecto ABC que impulsa del Ministerio de Educación y Cultura. Carlos Vinueza es el docente que estuvo a cargo de su proceso de aprendizaje y reconoce ha sido una experiencia maravillosa.

 “Las clases se daban en la Jefatura de Turismo del GADM Guano, trabajamos hasta marzo por la pandemia, era siempre muy puntual y estaba listo con su maleta con los materiales listos para la clase, al ser una persona vulnerable no pudimos seguir con el proyecto Aprendamos Juntos en Casa durante la pandemia del covid 19”, indica Vinueza.

Baltazar no estuvo solo en el desafío, el 2019, se unió Ercelinda Arevalo de 83 años, impulsada por el deseo de superarse y motivada por los nietos que le alentaban en el hecho de que termine la formación que no pudo por circunstancias familiares, ella, que pidió a su hijo estudie y se forme para ser docente, no sabía que el destino les volvería a unir en una relación alumna - maestro. Carlos Vinueza - su hijo - le ayudó a terminar su formación básica.

“Aprendí a escribir mi nombre, ahora yo se sumar y puedo leer, bonito era el tiempo en la escuela y las clases” dice un sonriente Baltazar antes de recibir la investidura, detrás de él, la mirada de su hija Carmita, que lleva mascarilla, la delata alegre y orgullosa de su papá, es su compañera inseparable en todas sus actividades, Ercelinda – mientras tanto - repasa la intervención para hacerlo bien y que su hijo/docente este orgulloso de ella. Era para ambos un día memorable.  

EL LARGO PROCESO

Este hombre humilde empezó a estudiar en septiembre de 2017 un proceso educativo de alfabetización, luego desde 2019 trabajó en el proceso de post alfabetización, dos días a la semana recibían clase y revisaban los contenidos de Lengua y Literatura, Matemáticas, Estudios Sociales y Ciencias Naturales.

A Baltazar le gustaba más las letras que los números, tenía afinidad para trabajos de motricidad le encantaba jugar con la plastilina y representar al Chimborazo y figuras de su entorno, se divertía cuando tenía que pintar, recortar periódicos y armar un collage, cuenta su maestro.

“Es lo mejor que me ha pasado, fue un aprendizaje mutuo, aprendí a conocer a Baltazar e incluso a mi madre que, a pesar de tenerle cerca, me di cuenta de que no conocía muchas cosas que, en esta relación y por el proceso mismo, me enteraba, sin duda soy mejor persona desde este encuentro que lo voy a extrañar ahora que terminó” confiesa con nostalgia el educador.

Las fotos de este tiempo de educación refieren varias actividades de trabajo y aprendizaje, en el pizarrón, con los libros y una particular con una participación en los Carnavales de la zona, Baltazar vestido como Taita Carnaval está con zamarro y Ercelinda como Mama Shava lleva todos los accesorios del personaje, allí bailaron y cantaron al ritmo del carnaval.

Una prueba escrita determinó la habilitación de ambos para recibir el certificado respectivo de terminar la educación básica, al Ultimo Hielero le visitaron en su casa para la evaluación respectiva y poder habilitar su graduación.

LA HISTORIA DEL PROFE

El profesor de Baltazar y Ercelinda, estudio en el Instituto Pedagógico Chimborazo y es docente desde los 19 años, su madre le recomendó el desafío que no fue fácil y representó un reto del que ahora está agradecido por que ha significado aprender más que sus alumnos.

Carlos Vinueza confirma que cada persona es un mundo y tiene muchas cosas por entregar, que la educación se la hace con mística y cariño, esa que permite saber que se rompe la barrera del desconocimiento para poder superarse y tener un mundo mejor.

Su primera clase fue en una escuela particular Stephen Hawking “a pesar de que eran solo 12 niños los nervios estaban allí y de a poco empiezas a controlar la situación y sobre todo a cumplir el compromiso de integrarte y aprender en conjunto” recuerda.

Luego trabajó en la Escuela Juan de Velasco y San Francisco de Asís y ahora trabaja en la Unidad Educativa 11 de Noviembre de la comunidad de Pulinguí,en las faldas de Chimborazo, en procesos del Ministerio de Educación y Cultura.

“Trabajar con adultos es más complejo, ellos de por si tienen varios obstáculos y mayores dificultades, al no haber estado en un aula desde el inicio todo es más complejo, los niños y niñas están prestos al aprendizaje, es diferente sin duda” dice Carlos, que sigue con su tarea de enseñar a quienes en su momento no tuvieron esa oportunidad de superación.

Ahora está involucrado en la fase siete todos ABC de post alfabetización para personas de 30 años en adelante; además el curso de octavo, noveno y décimo de la educación básica para personas de 18 años en adelante y el Bachillerato intensivo que se oferta por el MEC, son 70 estudiantes que apuestan por su futuro desde la educación.

“Con mi madre estaré siempre, extrañaré a Baltazar y sus historias, la de los albinos que son los hijos del Taita Chimborazo, así como esa que cuenta hay una puerta para ingresar a una ciudad de hielo que algún momento la vio, pero no quiso ingresar pues su padre le dijo que de allá no hay regreso” relata el maestro.

Vinueza confiesa que el Ultimo Hielero del Chimborazo tiene bonita caligrafía, como bonita es su historia personal entre el hielo del Chimborazo y ahora entre letras y números que comparte con sus nietos en la casa del sector Cuatro Esquinas sin dejar de sonreír, si al final sabe es el Ultimo Hielero, tiene buena letra y todos saben que es buena gente.

 

 

 

 

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