No dejo la rutina de caminar alrededor de la casa, aunque aún me resulta monótono
y a veces aburrido, cada día escucho una nueva propuesta de música, fue el
turno de #Rozalén, una española con una voz muy bonita, sobre mis pasos, cada
vez con menos cansancio, organizo la crónica del día en la cabeza, para luego
pasarla al papel… perdón al Word…
Empiezo a trabajar en el siguiente tomo de #LaRiobambeñidad, con otros personajes
que me han acompañado en este proceso de viaje, anécdotas y tradiciones, tomar
ritmo a la edición de un libro cuesta, estas desordenado y pasa tiempo
establecer mecanismos que optimicen las actividades que son varias.
La memoria sigue siendo frágil, tanto que al revisar unos programas tengo
buenos ratos que olvidé, entre el buen humor de los riobambeños y lo que pasaba
detrás de cámaras mientras sucedía el programa, siempre los archivos te
permiten ejercer un sano proceso de ordenar recuerdos y evocarlos, alimentarte
de ellos, volver en el tiempo y mirar que de verdad disfrutaste esa aventura.
Estimo será a mediados de la semana siguiente que me adapte ordenadamente
para no parar de escribir este proyecto postergado mucho tiempo, según yo,
empezaría esta semana mismo aprovechando el distanciamiento.
Es un día frío, mi esposa también se queja y es el primer día que no
abrimos las ventanas para que la casa se ventile y recircule el aire, como nos
recomendó el médico, regularmente ella lo hace, pero esta vez de verdad el
clima no ayuda y parece que el día será así todo el tiempo.
Una llamada de mi mamá rompe las actividades que las hacemos por nuestra
cuenta, nos comenta que, una buena vecina, le obsequió naranjas, mandarina y
limones, que quiere venir a dejar en casa, me pregunta si pueden usar el carro,
con lo que confirmo que no todas las personas saben como se procede en la nueva
alerta de la ciudad.
¿Qué pasa con quienes no tienen redes sociales? ¿no será que nos
equivocamos al pensar que con poner unos flayers en ellas están enterados
todos?, verifico y pueden venir, en el fondo siento que quiere verme y no me
desagrada, a mí también solamente escucharle al teléfono me deja inquieto.
Así sucede, con las precauciones debidas sale mi esposa y recoge
rápidamente una funda que le entrega mi madre que es la única que se baja, la
entrega de la “encomienda” dura poco, yo solo les miro por la ventana, me deja
bendiciones con su mano pequeña y arrugada y sé que detrás de esa mascarilla,
hay una sonrisa como la que tengo yo detrás de la mía, a ella le delataron los
ojos supongo que ella va tranquila guiada por el instinto.
Mi esposa sigue con teletrabajo y yo en redacción de las crónicas, revisión
de materiales de capacitación y algún acompañamiento en línea, además de armar
un par de proyectos de consultoría para cuando vuelva a salir, los temas de la
nueva temporada de La Riobambeñidad están también en agenda y adelanto lo que
se puede.
Llamé a mi mamá para que me recuerde como se prepara el “pollo nogado” hago
mi mejor esfuerzo sigo las indicaciones, pero no me va bien, no me convence el
sabor, a pesar de los buenos comentarios de mi esposa, la sazón de la mama “es
la sazón de la mama”.
¡Cómo pasa el tiempo! es medio día y no puedo evitar pensar lo que sucedía
el viernes anterior cuando me llamaban para darme el resultado de la prueba
rápida del #Covid19 ¡justo hace una semana! el miedo se apoderaba de mi entorno
y la angustia nos obligaba a tomar decisiones. Vuelta de página es mejor
almorzar.
En la tarde decido emprender la edición de mi blog, para poder insertar
como una sección independiente este grupo de crónicas que las presento en mi
perfil profesional, miro tutoriales en #YouTube, pero al final me rindo, que
complicado lo que para otros les tomaría solo unos minutos, apenas incluyo la
del primer día, pero no como quiero que quede.
Me desconecto de la escritura con el #Photoshop que es un espacio de
descubrimiento y creatividad a punte tutorial, termino estableciendo un banner
personal que no quedó en el blog como era el objetivo, sino en las redes
sociales. #Blogger me vuelve a vencer, otra vez será. Termino la edición del Boletín
Digital del #DiariodeRiobamba, turno semanal concluido.
El distanciamiento con mi esposa continua - solo por motivos de precaución
- ella termina algunas tareas de casa, les pone la comida a nuestros
labradores, Moy y Horacio, mientras prendo la chimenea, de verdad que es
necesario, nuestra casa al ser con mucha madera y ladrillo es de por si
abrigada, imaginamos como será el frío en otras partes.
Separados y respetando la distancia vemos Netflix, es viernes y el cuerpo
lo sabe, pero no le interesa mucho, toca ver los últimos capítulos de la serie #FullerHouse,
cada uno por su lado empieza con sollozos y las lágrimas que aumentan, es cómo
si los Tanner se fueran de nuestra casa y no de la de DJ, solamente los
ronquidos del #Horacio nos hace reír generosamente, ¡pura pena esa serie!
Pienso desde el argumento de #FullerHouse lo que significa las distancias y
una despedida en ciudades de Estados Unidos, que de verdad tienen espacios prolongados
de relación personal y paradójicamente aquí, donde todo está cerca, muchas
veces nos gana la ingratitud y pereza para tener una visita y compartir buenos
ratos, es increíble como somos los seres humanos, postergando lo verdaderamente
importante y siempre alerta por lo que no sirve ni nos aporta.
Resignado al último llanto me preparo sicológicamente para el final de la
serie, que no tendrá una nueva temporada, pero para alegría mutua los #Tanner
no se van y seguirán en la ficticia casa de San Francisco, todos contentos
incluso de Cometa el perro golden que tienen y que de seguro no es tan holgazán
como el mío que sigue dormido y ¡roncando! (¡igual a la abuela!)
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