#AislamientoCovid19
DIA TRECE: Mis errores y crisis
Me la debía no había puesta música del maestro Sabina en las jornadas de
caminata y #Spotify me ofrece una lista: #Sabinayotrasrarezas entre las que
escucho a los años “otro jueves cobarde” de Los Caballeros de la Quema y decido
hacer de este día un jueves valiente reconociendo mis errores sin miedo a
revisar las “esquirlas del rencor” y las “telarañas en el
corazón”.
Soy lo que fueron mis errores, siempre terminé
siendo mejor persona luego de mis crisis, me equivoqué al tener un duelo
prolongado de niño, rabietas y caprichos de adolescente tanto como desamores de
colegio y universidad, te equivocaste en un deber no presentado y en tomar una
materia con la misma docente que te llevo a un arrastre universitario y la
lista es larga.
Con más años los errores pesan más y les fallaste a
tus socios al gastar el dinero que aún no ganabas en el contrato más importante
para la empresa; escapas de tus miedos, te mudas y vuelves de improvisto. Tienes
un matrimonio que duró poquísimo y fue también un error, un espejismo de mi
realidad, donde confundí sentimientos y equivocadas retribuciones a la vida.
Sigues en el recuento, Sabina - con sus amigos - te
dicen las cosas como son, entre la verdad y decencia, apostaste a un cambio
laboral y te quedaste desempleado, cuando te asignaban la deuda más grande que
has contraído y sin trabajo aprendiste más que siendo un burócrata.
Como la música puede ser un karma, Sabina y Pau Donés
(+) me recuerdan que “hice mal algunas cosas” y que “si en otra vida fui perla,
fui la negra”, ahora estoy convencido que mis crisis fueron mis oportunidades,
lo digo en mis clases y capacitaciones, lo pongo ahora en esta crónica, sin
duda, tocar fondo, permite tomar un buen impulso, chocarte te despierta a otra
realidad, luego todo pasa, la angustia se vuelve solo una anécdota para el
próximo taller.
Cumplo mis compromisos delante del computador, armar
las crónicas no es tan simple como sentarse y redactar, hay más cosas detrás de
este ejercicio que lo confirmo como liberador, esta es la penúltima crónica y
habrá de seguro nostalgia el domingo cuando se deba sumar letras para otras
historias, ya no personales, sino de la gente que miro y con la que comparto.
Estos días de confinamiento aproveché para clasificar
archivos de mi ordenador, volví al estudio, el internet pésimo que tengo me
obligó a salir antes del dormitorio con los tereques de trabajo, es increíble
ver la diferencia entre la señal en el estudio y el dormitorio que lo separa pocos
metros.
Tengo tanto por revisar, depurar, clasificar,
ordenar, ha sido el tiempo más productivo de aprendizaje de comunicación,
periodismo, marketing digital, consultoría política, manejo de redes sociales,
inteligencia artificial, noticias falsas, la pandemia del Covid19, que solo
tengo gratitud infinita a colegas periodistas, investigadores, marketeros,
científicos, médicos, epidemiólogos, emprendedores, por el cruce de caminos y
lo entregado y ¡sin gastar un solo centavo! apenas dando tiempo y
organizando los encuentros en línea disciplinadamente.
Estoy listo para nuevos retos desde el periodismo,
entendiendo cambios fundamentales, para atender lo que la sociedad demanda,
comprender que busca el lector fiel y no descuidarme del volumen de tráfico del
Diario de Riobamba y La Riobambeñidad.
¿Qué nos dejó la pandemia al periodismo? pues lo
primero por responder es que la pandemia no nos ha dejado y nos presenta un sin
número de oportunidades para medios digitales y en línea, entre incrédulos
resultados y gente que recién se da cuenta que quienes estuvimos en esa ruta
teníamos razón, sólo necesitábamos tiempo.
Sin embargo, en medio de todo siempre será bueno
continuar buscando calidad en los que se entrega a las audiencias. “El ritmo nos lleva a no tener la precisión al cien por ciento, hay un
control social muy fuerte a través de otros medios y redes, que, si algo
hacemos mal, se debe corregir” nos recordó el empresario Daniel Hadad dueño de
INFOBAE.
Mi
esposa debió extender su jornada de trabajo y almorzamos más tarde de lo
regular, conversamos sobre una idea que tuve para adecuar un espacio en los
exteriores de casa y la emoción fue mutua que dejamos de lado la siesta y nos
pusimos a trabajar, limpieza del garaje y del sitio elegido, mover un par de
cosas y será un lugar bonito que lo disfrutaremos el fin de semana con
seguridad entre un buen libro, música, vino y una fogata.
Próximo
a terminar este aislamiento, valoro más este espacio, que los construimos con
mi compañera de camino, como corresponde, con una deuda hipotecaria para 25
años, que se convierte en el pago más alto que hacemos cada uno, mes a mes. Pensamos
incluso devolver el crédito del BIESS al quedarnos ambos sin trabajo hace ocho
años y finalmente la confianza de nuestros padres impidieron volver sobre los
pasos y decisiones tomadas. Esta casa nos enseñó cosas maravillosas:
TODO
PASA POR ALGO: No pedimos explicaciones de ¿por qué?; ¿cómo así?; ¡otra vez a
nosotros! sólo sabemos que las cosas pasan por algo y siempre está esperándonos
un tiempo mejor, lo importante es no detenerse y ver con optimismo el inicio de
un nuevo día y agradecer lo que tenemos ese momento.
LOS
GESTOS LOS RECIBES DE QUIEN MENOS ESPERAS: La gente más humilde comprendió todo
lo que pasábamos y me fiaron su trabajo, lo hicieron de forma honrada y
profesional, sin engañarme y abusar, gente que nunca pensé estuvo para extender
la mano y sumar el reto de tener un hogar más que una casa, muy pocos amigos
apostaron por nosotros y cuando lo necesitábamos más.
NUNCA
DEJA DE NECESITAR A TUS PADRES: Solo ellos supieron en realidad todo lo que
sufrimos esperando una transferencia, gestionando un sobregiro al banco,
pidiéndoles, además de todo lo que hacían con nosotros, que nos fíen un dinero
extra que no tenía fecha de pago. Sorprendía el optimismo que tenían, pero no
se equivocaron todo valió la pena.
Esta
casa nos enseñó cosas más valiosas que la Universidad, la Maestría o alguno de
los trabajos, cada momento nos acercó al ser humano auténtico, valoramos un
alimento y entendimos que la felicidad no se la compra en el supermercado, sino
se la tiene en los gestos para los cuales no necesitas tarjetas de crédito ni
dólares, solamente ACTITUD y #sentidocomún, ese que muy pocas veces lo
utilizamos.
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