lunes, 15 de junio de 2020


#AislamientoCovid19
DIA TRECE: Mis errores y crisis  

Me la debía no había puesta música del maestro Sabina en las jornadas de caminata y #Spotify me ofrece una lista: #Sabinayotrasrarezas entre las que escucho a los años “otro jueves cobarde” de Los Caballeros de la Quema y decido hacer de este día un jueves valiente reconociendo mis errores sin miedo a revisar las “esquirlas del rencor” y las “telarañas en el corazón”.

Soy lo que fueron mis errores, siempre terminé siendo mejor persona luego de mis crisis, me equivoqué al tener un duelo prolongado de niño, rabietas y caprichos de adolescente tanto como desamores de colegio y universidad, te equivocaste en un deber no presentado y en tomar una materia con la misma docente que te llevo a un arrastre universitario y la lista es larga.


Con más años los errores pesan más y les fallaste a tus socios al gastar el dinero que aún no ganabas en el contrato más importante para la empresa; escapas de tus miedos, te mudas y vuelves de improvisto. Tienes un matrimonio que duró poquísimo y fue también un error, un espejismo de mi realidad, donde confundí sentimientos y equivocadas retribuciones a la vida.

Sigues en el recuento, Sabina - con sus amigos - te dicen las cosas como son, entre la verdad y decencia, apostaste a un cambio laboral y te quedaste desempleado, cuando te asignaban la deuda más grande que has contraído y sin trabajo aprendiste más que siendo un burócrata.

Como la música puede ser un karma, Sabina y Pau Donés (+) me recuerdan que “hice mal algunas cosas” y que “si en otra vida fui perla, fui la negra”, ahora estoy convencido que mis crisis fueron mis oportunidades, lo digo en mis clases y capacitaciones, lo pongo ahora en esta crónica, sin duda, tocar fondo, permite tomar un buen impulso, chocarte te despierta a otra realidad, luego todo pasa, la angustia se vuelve solo una anécdota para el próximo taller.


Cumplo mis compromisos delante del computador, armar las crónicas no es tan simple como sentarse y redactar, hay más cosas detrás de este ejercicio que lo confirmo como liberador, esta es la penúltima crónica y habrá de seguro nostalgia el domingo cuando se deba sumar letras para otras historias, ya no personales, sino de la gente que miro y con la que comparto.

Estos días de confinamiento aproveché para clasificar archivos de mi ordenador, volví al estudio, el internet pésimo que tengo me obligó a salir antes del dormitorio con los tereques de trabajo, es increíble ver la diferencia entre la señal en el estudio y el dormitorio que lo separa pocos metros.

Tengo tanto por revisar, depurar, clasificar, ordenar, ha sido el tiempo más productivo de aprendizaje de comunicación, periodismo, marketing digital, consultoría política, manejo de redes sociales, inteligencia artificial, noticias falsas, la pandemia del Covid19, que solo tengo gratitud infinita a colegas periodistas, investigadores, marketeros, científicos, médicos, epidemiólogos, emprendedores, por el cruce de caminos y lo entregado y ¡sin gastar un solo centavo! apenas dando tiempo y organizando los encuentros en línea disciplinadamente.


Estoy listo para nuevos retos desde el periodismo, entendiendo cambios fundamentales, para atender lo que la sociedad demanda, comprender que busca el lector fiel y no descuidarme del volumen de tráfico del Diario de Riobamba y La Riobambeñidad.

¿Qué nos dejó la pandemia al periodismo? pues lo primero por responder es que la pandemia no nos ha dejado y nos presenta un sin número de oportunidades para medios digitales y en línea, entre incrédulos resultados y gente que recién se da cuenta que quienes estuvimos en esa ruta teníamos razón, sólo necesitábamos tiempo.

Sin embargo, en medio de todo siempre será bueno continuar buscando calidad en los que se entrega a las audiencias.  “El ritmo nos lleva a no tener la precisión al cien por ciento, hay un control social muy fuerte a través de otros medios y redes, que, si algo hacemos mal, se debe corregir” nos recordó el empresario Daniel Hadad dueño de INFOBAE.

Mi esposa debió extender su jornada de trabajo y almorzamos más tarde de lo regular, conversamos sobre una idea que tuve para adecuar un espacio en los exteriores de casa y la emoción fue mutua que dejamos de lado la siesta y nos pusimos a trabajar, limpieza del garaje y del sitio elegido, mover un par de cosas y será un lugar bonito que lo disfrutaremos el fin de semana con seguridad entre un buen libro, música, vino y una fogata.

Próximo a terminar este aislamiento, valoro más este espacio, que los construimos con mi compañera de camino, como corresponde, con una deuda hipotecaria para 25 años, que se convierte en el pago más alto que hacemos cada uno, mes a mes. Pensamos incluso devolver el crédito del BIESS al quedarnos ambos sin trabajo hace ocho años y finalmente la confianza de nuestros padres impidieron volver sobre los pasos y decisiones tomadas. Esta casa nos enseñó cosas maravillosas:


TODO PASA POR ALGO: No pedimos explicaciones de ¿por qué?; ¿cómo así?; ¡otra vez a nosotros! sólo sabemos que las cosas pasan por algo y siempre está esperándonos un tiempo mejor, lo importante es no detenerse y ver con optimismo el inicio de un nuevo día y agradecer lo que tenemos ese momento.

LOS GESTOS LOS RECIBES DE QUIEN MENOS ESPERAS: La gente más humilde comprendió todo lo que pasábamos y me fiaron su trabajo, lo hicieron de forma honrada y profesional, sin engañarme y abusar, gente que nunca pensé estuvo para extender la mano y sumar el reto de tener un hogar más que una casa, muy pocos amigos apostaron por nosotros y cuando lo necesitábamos más.

NUNCA DEJA DE NECESITAR A TUS PADRES: Solo ellos supieron en realidad todo lo que sufrimos esperando una transferencia, gestionando un sobregiro al banco, pidiéndoles, además de todo lo que hacían con nosotros, que nos fíen un dinero extra que no tenía fecha de pago. Sorprendía el optimismo que tenían, pero no se equivocaron todo valió la pena.

Esta casa nos enseñó cosas más valiosas que la Universidad, la Maestría o alguno de los trabajos, cada momento nos acercó al ser humano auténtico, valoramos un alimento y entendimos que la felicidad no se la compra en el supermercado, sino se la tiene en los gestos para los cuales no necesitas tarjetas de crédito ni dólares, solamente ACTITUD y #sentidocomún, ese que muy pocas veces lo utilizamos.






 



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